Cuando asumí que la empresa de transportes no se haría cargo de una devolución sin remitente empecé a compactar el material para hacer muebles. Hasta he buscado un nombre chulo: "Blue Press", que queda evocador pero ambiguo. Es transparente y liso como el metacrilato pero no resulta gustoso al tacto. La prueba de banco corrido + mesa centro + estanterías fue desalentadora: el banco deja fría la nalgada y los cojines se escurren. La mesa calienta los refrescos y reviene el jamón. Los libros de la estantería se tumban; y se tumban; y se tumban hasta que se caen.
No consigo localizar a los que encargan tanta y tanta tristeza. Las cajas vienen nuevas y recientes, no son una devolución, sólo un error. Tienen que estar en algún sitio reclamándolas como locos y les dirán que no disponen de existencias o, como dicen los modernos, que "están en backorder".
Envié una muestra a una fábrica de cerveza por si era buen aditivo, como el lúpulo. Me han dicho que es demasiado amarga y que las resacas son atroces, pero que los usuarios beben más con la tristeza.
No la descartan aún.
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Si la tristeza fuese barba |
16 de abril de 2015, pero se aplica en muchos momentos.