No es que me interese pero me molesta.
Vino a mí, ahíto de miseria con el aliento hediondo echando mares muertos estancados por el hueco de los dientes.
El día anterior era otro día y le había mirado a los ojos. Qué tristes.
Vino a mí anteayer también y en la sobremesa. El cielo se va malogrando más tarde al avanzar la estación y vomita sandías en afrutados horizontes.
Vino a mí, borracho de miseria, con andares míseros y tocares míseros y asolado asombro por cuanto no me podía contar.
Yo no estaba atento. Me había arrebujado en la cama y decía: mi niña
decía: mañana
el frescor del río seguirá fluyendo con tu risa
y decía incluso: mañana… mañana.
Mañana es hoy y el desánimo me ha cercado.Vino a mí como la pobreza, con gravedad ineludible.
No soy triste ni pobre y lo soy desde entonces y anteayer que es hoy y era ayer.
Y era el desánimo. Yo digo: mi niña y: qué fresco y qué agua con mi niña… yo no sé yo no veo.
Le invitamos a comer y comió, nos comió el frescor del verano. Me comió la novedad durante años y me hice de pronto viejo. Ven otro día, le dije. Ven cualquier otro día.
Zia Mei
¿1994, 1995, 1998…?
Tantas prosopopeyas le he dedicado siempre al desánimo, a la angustia, a la tristeza.
Van y vuelven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario